Y levantaste sobre mi tu mano
Con la espada en tu diestra
Y el capote en la siniestra
Con profunda estocada
Mi alma dejaste debastada
Mi orgullo en el suelo
El espíritu suprimido
Y el corazón en duelo
Cuatro palabras bastaron
Para enterrar la espada
Al decir "ya no te quiero"
En dos fue la cortada
Te alejaste soberbia triunfante
Sobre este iluso corazón
Sonreirte de manera arrogante
Mientras yo perdí la razón
Hoy te encuentras dichosa y tranquila
Mientras muero en mi habitación
No existe más canción
Y de mi vida se fue toda emoción
En el última suspiro de tarde taurina
En el silencio sin consolación
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